Entrevista a Angie Calero, periodista en ABC

En nuestro apartado de entrevistas a antiguas alumnas, nos vamos a Madrid a hablar con Angie Calero. Angie es periodista del diario ABC y está a punto de publicar un libro sobre el crimen de los Marqueses de Urquijo y el derecho al olvido en Google. Hablamos con ella de su trabajo, de sus proyectos y de su paso por Guadalaviar.

¿Podrías hablarnos un poco de tu trayectoria profesional?

Al terminar el colegio estudié Periodismo en el CEU de Valencia. Todos los veranos desde primero de carrera hice prácticas en medios de comunicación y algún gabinete de prensa. Empecé a trabajar en la delegación de ABC en Comunidad Valenciana cuando todavía estudiaba. Al terminar las prácticas de quinto curso, hice las maletas y me vine a Madrid a estudiar el master propio que tiene ABC y ya me quedé a trabajar aquí.

Trabajo en la sección de Gente de ABC. Para mí fue la mejor sección del periódico para comenzar. Te da muchas tablas, te sirve para espabilar mucho, estás siempre muy alerta y te ayuda a abrirte camino y hacer muchas fuentes.

¿Y tu situación personal?

Informar, contar historias, dar voz a gente que no la tiene, denunciar injusticias… desde que empecé la universidad estas fueron mis prioridades. Quería hacerme un hueco en un medio de comunicación y he estado centrada en conseguirlo. No estoy casada con mi trabajo, ni mucho menos, pero estos años han sido muy intensos y por el camino no he conocido a nadie que mereciera la pena.

Número de Promoción

Mi promoción es la número XXXIX.

¿Mantienes contacto con tus ex compañeras de clase?

Mi núcleo duro de amigos lo compone gente muy diferente que he ido conociendo a lo largo de mi vida, algunas de ellas son del colegio. Si hay algo que destaco de mis años en Guadalaviar es precisamente el grupo de amigas que fui formando durante mi infancia y adolescencia. Mantengo una relación maravillosa con todas ellas. Somos 12 y conforme pasan los años estamos más y más unidas.

Durante años le he dado vueltas al tipo de amistades que se fraguan en el colegio y más en uno como Guadalaviar. Tengo contacto con niñas de otras promociones y veo que también mantienen sus grupos de amigas. Me he preguntado muchas veces cómo se consigue, qué sentido de la amistad se nos transmite. No he llegado a ninguna conclusión en concreto, pero creo que es bastante positivo que sucedan cosas así. Además, toda la promoción tenemos un grupo de WhatsApp. Somos 43 y es muy bonito ver que tenemos un vínculo tan especial. Las más activas mandan fotos de cuando éramos pequeñas y, hasta que llegó la pandemia, nos reuníamos una vez al año. Cuando nos juntamos pasamos ratos muy divertidos recordando anécdotas y poniéndonos al día. También somos muy críticas sobre temas relacionados con el colegio y creo que, con la perspectiva y la tranquilidad que nos dan los años, es muy enriquecedor que hablemos sobre lo bueno y lo malo que aprendimos en Guadalaviar.

¿Alguna profesora en concreto que recuerdes con especial cariño?

Recuerdo a casi todas con cariño. Me acuerdo mucho de Mónica, con quien llegamos a tener tres horas de clase: aprendimos muchísimo y nos lo pasábamos muy bien. También recuerdo a Bárbara, de infantil, a Conchita Narváez, Isa Torres, Tere Losa, Maena, Mariana, Mari Carmen Martínez Sendra, Alicia Artal…

En tu vida personal, ¿notas que Guadalaviar te ha dejado huella?

¡Claro! Pasé en Guadalaviar 16 años de mi vida, los más importantes porque influyeron notablemente en mi carácter y en mi personalidad. Aprendí cosas muy bonitas, como el valor de la amistad, la importancia de la familia y el amor a los demás.

¿Y en el terreno profesional?

El colegio me enseñó a poner en valor el compañerismo, a ser buena persona a la hora de trabajar en equipo, a ayudar a los demás, a quejarse lo justo, a no dejar a nadie en evidencia o fuera de lugar. Recuerdo varias charlas que recibimos en el colegio que estoy convencida de que contribuyeron a mi vocación por informar. La visita de Miguel Aranguren y de Juan Manuel de Prada. También recuerdo mucho a un embajador de UNICEF en África que nos contó la pobreza extrema con la que vivían las familias allí. Me impresionó tanto que me movilicé entre los vecinos de mi edificio, organicé una colecta y les envié todo el dinero que recaudé.

Siendo periodista y dedicándome a escribir, lo más difícil fue descubrir a los 22 años que había tenido una dislexia que en el colegio nadie detectó. Por lo que me han ido contando madres que ahora llevan a sus hijas al colegio, parece que ahora tienen más mecanismos para detectar estos problemas, que son más fáciles de solucionar si se identifican cuando se aprende a leer.

Con qué tres palabras definirías Guadalaviar

Trabajo. Fortaleza. Cariño.

Por último, cuéntanos alguna anécdota o recuerdo especial que tengas del colegio.

Recuerdo con emoción el día que me puse por primera vez la falda verde y los babys con las rayas blancas y rosas. La seriedad y solemnidad que se daba en el colegio a todos los actos importantes. Nuestro viaje de fin de colegio a París, ¡qué afortunadas fuimos!

Me viene a la cabeza un castigo tremendo de Carmela Correa porque se nos ocurrió hacer un tapón en las escaleras al volver a clase después del recreo. Nos hizo subir y bajar corriendo las escaleras durante un buen rato. Hubo una tarde que teníamos clase de música y nos encerramos toda la clase en el baño porque no nos apetecía, no recuerdo aquel castigo, pero sí que estuvieron buscándonos durante horas.

Me acuerdo también de María José Montesinos repitiendo en todas las clases la definición de borrador. Y del buen grupo que hicimos en segundo de bachillerato las seis o siete alumnas que estudiamos Historia del Arte con Inma Cervera, con quien nos vinimos a Madrid a visitar el Museo del Prado.

Recuerdo con especial cariño una apuesta que hice con Don Antonio para los exámenes finales de segundo de bachillerato. Él estaba convencido de que aprobaría Historia de España y yo le decía que eso era imposible que pasara. Al final ganó él. Se tomó a mi salud un magnum almendrado de Nestlé. “Los del envoltorio rojo”, me dijo. Tiempo después hemos recordado con mucho cariño esta anécdota.

Muchas gracias, Angie por la entrevista. ¡Un abrazo!

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