Entrevista a Miriam Verdejo, Alumni de la promoción 41

Este mes la entrevista se la hacemos a Miriam Verdejo, de la promoción 41. Miriam es diplomática y trabaja en la Casa de su Majestad el Rey

¡Bienvenida, Miriam! En primer lugar, muchas gracias por concedernos esta entrevista y por tu
disponibilidad. ¡Vamos allá!

¿Podrías hablarnos un poco de tu trayectoria profesional?


Cuando terminé el colegio me fui a estudiar a Madrid. Estudié Derecho y Administración y
Dirección de Empresas en ICADE (E3). Durante la carrera tuve la ocasión de hacer dos
erasmus, uno en Tübingen (Alemania) con la carrera de derecho, y otro en Cardiff (Reino
Unido) con la carrera de ADE. Estas experiencias fueron esenciales para mí, para poder
orientarme en mi posterior carrera. Hablar inglés y alemán me permitió tener la puerta abierta
a hacer las oposiciones a la Carrera Diplomática que sería el camino que luego elegiría.
Cuando finalicé mis estudios universitarios me puse a opositar y dediqué tres años y medio a
estar enterrada en libros, ya fuera en casa o en la biblioteca. Esta época, que sin duda recuerdo
como de las más duras, también me enseñó mucho. Mi padre siempre decía que había que
intentar disfrutar del camino. Y es cierto que aprendí muchísimo dedicando mi tiempo
plenamente a formarme en cultura, idiomas y por supuesto, en Derecho, Economía y
Relaciones Internacionales. Tras mucho esfuerzo y muchas horas, y gracias a la ayuda de mis
preparadores, aprobé las oposiciones a la Carrera Diplomática.
Después, entré en la Escuela Diplomática a hacer el curso que se requiere a los recién
aprobados y dónde tuve la ocasión de conocer a mis queridos compañeros de promoción y
profesión. Asimismo, realicé unas prácticas en un consulado en Marruecos, aplicando por
primera vez algunos de los conocimientos que había aprendido en la oposición. Cuando
terminé el curso, que duró unos 6 meses, me incorporé a la Secretaría de Estado de la España
Global en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Esta primera
experiencia me enseñó mucho sobre la importancia del buen reflejo de la imagen de España
en el exterior y sobre cómo todos tenemos que contribuir a que esa percepción sea lo mejor
posible en el extranjero.
A continuación, llegó la pandemia y tuve la ocasión de colaborar, como muchos de mis
compañeros, como voluntaria en el departamento de Emergencias Consulares. Para mí fue,
dentro de lo complicado de la situación que se estaba viviendo, una oportunidad para
aprender sobre la gestión de crisis y para valorar el trabajo de mis compañeros en sus destinos
en momentos tan difíciles. Después de aquellas experiencias, me ofrecieron entrar en la Casa
de Su Majestad el Rey, y es el lugar en el que me encuentro ahora trabajando desde hace casi
tres años.


¿Y tu situación personal?


Tengo la suerte de tener una familia que me ha apoyado siempre, con unos padres y dos
hermanas (que también fueron al Colegio Guadalaviar) que han sido una fuente de inspiración
para mí, y lo siguen siendo cada día. No estaría donde estoy si no fuera por ellos. Tampoco sin
mis amigos, profesores, jefes y compañeros que me han acompañado en esta trayectoria
profesional en la que he tenido, como todo el mundo (y como os podréis imaginar), mis días
mejores y peores. Y ahí han estado y están para aguantarme. Ahora mismo estoy, además,
prometida y me caso en abril, así que sólo puedo dar gracias por haber tenido tanta suerte en
el ámbito personal de mi vida, para mí, mucho más importante que ningún otro. Mis planes de
futuro incluirán probablemente el irme más pronto que tarde al extranjero, y creo que será
una experiencia exigente pero muy enriquecedora y gratificante.


¿Mantienes contacto con las que fueron tus compañeras de clase?


A día de hoy mis amigas del colegio son mis íntimas amigas. No sólo hemos mantenido el
contacto, sino que somos como hermanas. No sé qué tiene el Guadalaviar, pero es capaz de
crear un vínculo inquebrantable. Después de 15 años en el colegio y de haber vivido todo tipo
de experiencias con ellas, nos conocemos demasiado bien. Y da igual el tiempo que pase, o si
hace tiempo que no nos vemos, cuando nos reunimos, es como si volviéramos a estar
hablando en el patio del colegio a la hora del recreo después de clase de mates. Creo que es un
privilegio haber podido encontrar amigas tan buenas.

 


¿Alguna profesora en concreto que recuerdes con especial cariño?


A muchas, creo que el Guadalaviar es un gran colegio, que tiene excelentes profesoras.
Siempre se preocuparon por el bienestar y el desarrollo de todas, tanto en los estudios como
en el ámbito personal. Si tuviera que mencionar a algunas, serían quizás Maena, Angie o Ana
Giner que siempre me apoyaron mucho. Y cómo olvidar a Vicky y a Marisa, o a Mariana, que
tanto nos enseñaron cuando éramos pequeñitas.


En tu vida personal, ¿notas que Guadalaviar te ha dejado huella?


Sin duda. Los años que pasamos en el colegio son los más importantes en la vida de una
persona. Esos primeros años nos forman en todos los sentidos y son la base de lo que somos
hoy. Recuerdo que para mí el colegio era mi mundo entero. Aprendí a ceder, a querer, a
caerme y a levantarme. También a llorar y a consolar y, sobre todo, aprendí que no hay nada
más importante que apoyarnos los unos a los otros.


¿Y en el terreno profesional?


Por supuesto. Guadalaviar me inculcó la cultura del esfuerzo, del trabajo constante y de la
fortaleza. En la oposición ofrecía los días duros de estudio como hacíamos en el colegio y me
dio la disciplina para seguir adelante, pasara lo que pasara. Ahora intento aplicar cada día
todos esos valores que nos enseñaron en el colegio como la humildad, la delicadeza y la
generosidad.


Con qué tres palabras definirías Guadalaviar

Compañerismo, fortaleza y excelencia.


Por último, cuéntanos alguna anécdota o recuerdo especial que tengas del colegio.


Recuerdo muchas cosas con mucho cariño: el babi, la falda roja, la falda verde, ser alumnas de
guardia…
El primero que me viene a la mente de vez en cuando es la bonita costumbre del colegio de
dedicar cada mes a una virtud. Así por ejemplo enero era el mes de la generosidad o mayo
podía ser el mes de la humildad. Resultaba inspirador y ayudaba a la gente a empezar cada
mes con buenos propósitos.
El segundo que recuerdo cada año por estas fechas navideñas es sin duda el concierto de
Navidad que representábamos en el Palau de la Música. Esos villancicos me han acompañado
siempre, allí donde he ido, y me han traído un trocito de casa. No me olvido tampoco del
concurso de belenes que había en diciembre y en el que todas las clases poníamos un empeño
especial. Mis amigas protagonizaron una de las mejores anécdotas relacionadas con eso, que,
si cuento, me matarían, pero todavía nos reímos de aquello en las cenas.
Lo cierto es que me vienen a la mente tantas cosas, que ni un libro entero podría reflejar la
suerte que tengo de tener en mi memoria tantísimos buenos recuerdos. Sólo tengo palabras
de agradecimiento para el Colegio Guadalaviar.


Mil gracias por contarnos tantas cosas, Miriam.
¡Un abrazo!

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